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lunes, 24 de junio de 2013

Nada es mío


¿Será cierta aquella teoría de Nietzsche de que todo forma parte de lo mismo: retorno...Eterno Retorno, y de que estamos condenados a la rueda y nunca más saldremos de su influencia?

Dice Giovanni Papini: "Si realizo a fondo el inventario de las apropiaciones, el Yo se me convierte en una forma vacía, en una palabra sin contenido propio. Pertenezco a una clase, a un pueblo, a una raza. No consigo nunca evadirme haga lo que haga, ni puedo salir de unos límites que no han sido trazados por mi. Cada idea es un eco, cada acto un plagio." (Gog)

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"¡Oh, Zarathustra, todo esto me cansa, mis artes me dan asco! Yo no soy grande. ¿De qué sirve fingir? Pero tú sabes bien que he buscado la grandeza"

"¡Oh, Zarathustra, todo es mentira en mi! Pero que estoy destrozado- eso es verdad."

Friedrich Nietzsche.

domingo, 9 de junio de 2013

La firma


Son las once, nuestra hora del café de la mañana. Mi compañera Lourdes y yo nos acercamos a la barra del bar y mientras esperamos que nos atiendan quedamos prendidos de la conversación de un grupo de mediana edad que habla animadamente justo a nuestro lado. Uno de ellos, un señor con gafas y ligero acento argentino cuenta una historia de fidelidades y conflictos éticos. Por su aire complacido se intuye que está satisfecho de sí mismo. Lourdes me echa una mirada de lado y, un poco nerviosa inicia una de nuestras charlas insulsas de la hora del café.

El día se me hace largo. Una sensación de angustia me oprime el pecho y cuanto más se aproxima la hora de la reunión más nervioso me pongo, hasta el punto que cuando voy por el pasillo hacia el Despacho de Dirección mi cabeza parece que es de algodón.

-¿Has firmado?- Me pregunta Lourdes nada más salir del despacho.
-¿Has firmado?- Me pregunta mi mujer con el niño en brazos y la expresión entre ilusionada y desconfiada, nada más abrir la puerta de la casa.

Me gustaría haberles dado a las dos la misma respuesta. Pues claro que no. Soy una persona honesta ¿Cómo podría firmar de testigo para el despido de cuatro compañeros? Ni por un ascenso ni por nada lo haría.

Pero siempre he sido un tipo débil, pusilánime, incapaz de decir que no. Y dije que sí, y firmé. Y mientras firmaba me sentía bien por complacer a aquellos señores que me halagaban. Pero en cuanto salí de aquel despacho donde tan bien me habían tratado, comprendí que todo volvía a ser como antes. La sensación de angustia volvió. Esta vez en forma de una enorme bola en la garganta.

Lourdes no me dice nada. Sólo me mira y yo no puedo sostener su mirada. Mi mujer tampoco me dice nada, pero muestra su contento de una manera tan despreocupada que me hiere tanto como la mirada de Lourdes.

Y aquí estoy, sentado a oscuras en el sofá, sintiéndome miserable, como cuando era un niño esmirriado y sin gracia y el maestro me sacaba a la pizarra; las palabras no me salían y al final le decía que sí, que era tonto. Que no, que no, que no había estudiado nada. Lo que fuera con tal de volver a mi sitio y esconderme detrás de todos los demás.



lunes, 3 de junio de 2013

Insidias


Pidió audiencia al Obispo de Roma y se la concedieron. Al volver, el torero confesó ante todos los medios de comunicación, que el hecho de poder ver al Papa en persona era "en dos palabras, im-presionante".

La frase fue a engrosar el saco  de frases extravagantes, junto al candelabro, estar en el membrete, estar entre la espalda y la pared y despojar la margarita...

Se viene comentando desde hace algún tiempo que los más jóvenes están perdiendo vocabulario de forma alarmante, que sólo se arreglan con dos o tres salidas como guay, vale, jó tía/tío o de alucine. Que ya no dicen que algo es estupendo, magnífico, extraordinario, fantástico, maravilloso, asombroso, admirable, prodigioso. Todo es guay. Que ya no dicen que hay que estar preparado, al día, competitivo, en tres palabras "en el candelero" (candelabro). Y que cuando están a punto de asombrarse dicen ¡Guaaau! y, que pese a todo esto no saben lo que es alucinar. Que puede ser deslumbrarse u ofuscarse y, que también, puede ser atracción hacia algo que puede incapacitar para pensar. En dos palabras: Padecer alucinaciones. Que ¡Jo! puede se apócope de ¡jopé! que se puede usar para  manifestar sorpresa, enfado o asombro, pero que también puede ser un equivalente a ¡So! voz con que se detiene a las caballerías...Y lo peor es que los políticos se mimetizan con estas frases para caer guay a los jóvenes entrando al trapo para dejarnos a todos alucinados con su estulticia...Y por supuesto, si tema importante es el lenguaje, herramienta imprescindible para la comunicación, aún se agrava más cuando se utiliza para diluirse en el fondo de la cuestión..."el finiquito diferido como hay que hacerlo". Salvando las excepciones, que las hay, como "insidias"...¿Nos merecemos a los políticos actuales? ¿A ese hombre de pelo azabache y barba variopinta? "Todo son insidias salvo alguna cosa".