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lunes, 2 de diciembre de 2019

Tiempos modernos


¿Conseguir por primera vez en 80 años una vicepresidencia y un puñado de ministerios es sinónimo de izquierda domesticada, es cruzar el umbral de la izquierda de orden o, por el contrario, es una conquista histórica arrancada al sistema y que altera el statu quo de forma inédita?

¿Logrará el Gobierno domesticar a Unidas Podemos si al final hay investidura y se materializa la coalición con el PSOE? ¿Dejará Irene Montero de señalar a los fondos buitres por desahuciar familias? ¿Y Alberto Garzón dejará de apuntar a los bancos? ¿Y Pablo Iglesias dejará de defender una compañía eléctrica pública y de pedir que las multinacionales y los que más tienen paguen más impuestos? ¿Y dejará Yolanda Díaz de defender a los trabajadores de Alcoa? ¿Dejarán de hacerlo o trabajarán para ello?

Manuel Vázquez Montalbán retrataba de esta manera la Transición en una entrevista emitida después de su fallecimiento en el programa Epílogo, de Canal +, en 2003: "En política las únicas consecuencias reales vienen de lo que se llama la correlación de fuerzas. Cuando Franco desaparece, en España no se pudo establecer una correlación de fuerzas sino una correlación de debilidades. Ninguno de los implicados estaba en condiciones de imponer su potencialidad sino de que respetasen su debilidad. Por lo tanto yo ni he perdonado ni he olvidado, soy lúcido; en ese sentido conozco los límites del desquite y la inutilidad del desquite, pero la inutilidad del desquite y el ser lúcido sobre la inutilidad del desquite no quiere decir que haya perdonado ni que haya olvidado. En ese sentido, para mí uno de los lemas más hermosos de la Guerra Civil no es ni el más vale morir de pie que vivir de rodillas de la Pasionaria ni el no pasarán sino que es el de Margarita Nelken: ni olvido ni perdono".

"La institucionalización supone quedar atrapado en la lógica institucional", alertaba Garzón, "y ello tiene implicaciones políticas, pero también implicaciones operativas –el despliegue de recursos de tiempo, energía y personas en las instituciones supone un enorme coste de oportunidad–. Ese, y no otro, ha sido el principal problema de la izquierda tradicional con la que no se identificaba el 15M. Sólo que con un agravante, que esa institucionalización fue una firme apuesta ideológica".


Del eurocomunismo al Gobierno de coalición: ¿izquierda domesticada? ¿izquierda de orden? ¿Carrillismo? "Lo que estamos haciendo es precisamente lo contrario", concluye convencido Iglesias.