Ciudad Vaticana
Por el tratado de Letrán (11 de Febrero de 1929) entre la Santa Sede y el Estado Italiano, éste permitió vida jurídica en independiente a la Ciudad Vaticana. El Romano Pontífice, jefe de la Iglesia Católica y Obispo de Roma, delega parte de su trabajo en el cardenal secretario de Estado. Además hay nueve Congregaciones (especie de ministerios), once Consejeros Pontificios, Tres Tribunales y muchas otras instituciones, entre las que se encuentran Radio Vaticana y el periódico Osservatore Romano. La ciudad- estado del Vaticano cuenta con estación de ferrocarril, central de correo, banco, centro comercial, dos grandes imprentas.
Las gruesas paredes renacentistas no dejan llegar a las oficinas y bibliotecas el ruido estruendoso del tráfico romano. Allí trabajan sacerdotes, religiosas y laicos de razas y naciones. De todo país llegan consultas, pedidos, explicaciones, problemas… Los nuncios (embajadores vaticanos) entran y salen recibiendo el saludo de la Guardia Suiza. El centro de éste minúsculo estado son ,por supuesto, la Basílica de San Pedro (considerada el templo más grande del mundo) y su enorme plaza rodeada por la grandiosa columna de Bernini.
Las riquezas del Vaticano son incalculables
Tan sólo en Roma un tercio de los edificios son propiedad del Vaticano (La Padania 21.06.98). Y es similar en otras ciudades italianas.
El tesoro en oro acumulado por el Vaticano es posiblemente uno de los más grandes del mundo. A los indígenas de América –que fueron matados a millones por este oro– hasta el día de hoy no se les ha devuelto nada.
La Iglesia española es accionista de empresas como Inditex (Zara), Endesa, Banco Popular o Teléfonica. A través de Umasges, la sociedad creada por la cúpula eclesiástica, ésta invierte en Bolsa.
La Santa Sede es propietaria de acciones en la General Motors, IBM y Disney, además es inversora en empresas de alimentación (FOCUS-online). A esto hay que añadir empresas de servicios y de telecomunicación, así como bancos y aseguradoras valoradas en más de 12.000 millones de euros.
Y ahora… ¿A qué estamos jugando?