Tiene la cara amarilla y las facciones hundidas como si se acabara de levantar después de una enfermedad. Busca con los ojos un rincón donde sentarse y arrastrando los pies por las marrones baldosas va a sentarse en una silla de plástico blanco amarillento que hay en el rincón. Respira con agobio después de dejar caer su voluminoso cuerpo sobre la silla. Mira sin ver a su alrededor. “¡Coño, Panchito, dichosos los ojos ¿dónde te has metido?”. Rumaldo levanta los ojos desde una mesa cercana, “Pero si no te había conocido, Panchito, ¡joder, cuantos días! ¿Te pusiste a régimen?. Panchito resopla y se mueve sobre la silla. De pronto, todos los que están a su alrededor se estremecen por el estrepitoso ruido. Viene corriendo el camarero que atiende las mesas. “¡Levantarle, por favor, con cuidado!”. Panchito es levantado del suelo por los que le rodean. Panchito está sano y salvo. La vieja silla de plástico ha explotado inexplicablemente produciendo el estrepitoso ruido que a todos ha sorprendido. Por fin, Panchito dice algo: “Estoy jodido, amigos”. “¡Jodidos estamos todos!” se atreven a decir algunos. Panchito baja la cabeza, está a punto de llorar…¡”Por Dios, Panchito, ya te dijimos que no están los tiempo para ponerse a hacer régimen de comidas. Con la crisis actual te hubiera sobrado".
lunes, 20 de enero de 2014
La crisis y los viejos
Tiene la cara amarilla y las facciones hundidas como si se acabara de levantar después de una enfermedad. Busca con los ojos un rincón donde sentarse y arrastrando los pies por las marrones baldosas va a sentarse en una silla de plástico blanco amarillento que hay en el rincón. Respira con agobio después de dejar caer su voluminoso cuerpo sobre la silla. Mira sin ver a su alrededor. “¡Coño, Panchito, dichosos los ojos ¿dónde te has metido?”. Rumaldo levanta los ojos desde una mesa cercana, “Pero si no te había conocido, Panchito, ¡joder, cuantos días! ¿Te pusiste a régimen?. Panchito resopla y se mueve sobre la silla. De pronto, todos los que están a su alrededor se estremecen por el estrepitoso ruido. Viene corriendo el camarero que atiende las mesas. “¡Levantarle, por favor, con cuidado!”. Panchito es levantado del suelo por los que le rodean. Panchito está sano y salvo. La vieja silla de plástico ha explotado inexplicablemente produciendo el estrepitoso ruido que a todos ha sorprendido. Por fin, Panchito dice algo: “Estoy jodido, amigos”. “¡Jodidos estamos todos!” se atreven a decir algunos. Panchito baja la cabeza, está a punto de llorar…¡”Por Dios, Panchito, ya te dijimos que no están los tiempo para ponerse a hacer régimen de comidas. Con la crisis actual te hubiera sobrado".
Hay quien, quiere o se puede permitir en tiempos de crisis, ponerse a régimen...ojala se pusieran a plan quienes deben y en crisis todo el mundo estaría bien...de crisis emocionales ya hablaríamos de otras cosas, ya que esas no se pone de moda por tiempos....
ResponderEliminarMe gustó tu blog, te paso el mio y si te gusta nos podemos seguir.
Un saludo.
elblogdemaku.blogspot.com
Que nos quede la capacidad de reir, aunque rezume cruel ironía.
ResponderEliminarUn saludo
Es bueno tomarse las cosas con humor, aunque sé que por allí las cosas están mal te cuento que aquí las cosa no están mejor. Y alguna vez he tenido que recurrir al humor para poder sobrellevar el momento.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu sitio, con tu permiso me quedo.
Cariños....
El humor y la familia salvan a los políticos, Muy buena tu ironía de la actualidad. Saltos y brincos
ResponderEliminarMientras nos riamos no estamos muertos, aunque no se cuanto nos queda, sobre todo a los viejos.
ResponderEliminarSaludos
El sentido del humor no es mal alimento, pero a veces la vida que nos proponen los que mandan, hacen que las sonrisas mueran antes de nacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hizo un régimen adaptado a la crisis a base de verduras en mal estado y frutas pochas. Así se quedó Panchito.
ResponderEliminarSaludos
La edad no debe importar su aún tenemos la capacidad de reír.
ResponderEliminar