sábado, 31 de agosto de 2013

Rameras del árbol genealógico…


Judá, patriarca bíblico, epónimo de la tribu de Judá y antepasado de David y de Jesús. Hijo de jacob y Lía, tuvo un mal momento en su existencia… atribuido más tarde a un designio divino. La Biblia no hace comentario moral del hecho pero lo cierto es que su nuera Tamar, vistiéndose con ropajes y acicalamientos  de prostituta, y saliéndole al camino en uno de sus viajes, logró acostarse con Judá, padre de su marido, llegando a tener descendencia  directa por  “la línea divina” con Jesús de Nazaret.

Más tarde, Josué, sucesor de Moisés, conquistador de la Tierra Prometida, tuvo que recurrir también a otra mujer, en éste caso prostituta  de profesión, para poder llevar a cabo sus epopeyas… Entrando en tratos con ésta mujer llamada Rajab, planeando una estrategia; comercializando con su vida y la de los familiares, y gracias a éste apoyo lograron entrar en Jericó. La Biblia no entra en los detalles de la letra pequeña, sólo nos dice que Rajab llegó a tener un hijo llamado Booz, que más tarde fue seducido por Rut; la mujer que fue convenientemente adiestrada por su suegra Noemí (que estuvo extraordinaria en su papel de celestina) y que tuvo un hijo: Obed que fue el padre de Jesé, padre que fue del rey David.

Esto por la línea del Cielo, que como se puede observar Dios tiene buena mano para la utilización del comercio de mujeres, al estilo del proxeneta (llamado también “rufian“, “padrote“ “chulo“ “maipiolo“ y “calicho“). La mujer… que ya desde el Edén, se narra en la Biblia como símbolo de la corrupción de las naciones. En éste árbol de los ascendientes de Jesús. Hasta siete, para que el número sea simbólico.

Y ya como un pequeño colofón, y aunque no venga muy a cuento, o quizás sí, diré que ya en la edad Media. Las prostitutas, ante los abusos por parte 
de algunos varones que se aprovechaban de ellas para sacar beneficios, prefirieron en muchos casos y de forma clandestina, trabajar en sus casas particulares. Y para facilitar su localización por parte de los clientes, colocaban un ramo de flores en el balcón o en la entrada. Por éste motivo, empezaron a ser conocidas con el nombre de rameras. Aunque al final, y por temas de supervivencia, siempre terminaban por ser muy condescendientes con los varones que representaban algún tipo de poder eclesiástico… ya que tenían que ingeniárselas para no ser tachadas de brujas….